jueves, 22 de abril de 2010

Pueblos originarios

Pueblos originarios es la denominación con la que se conoce a los indígenas americanos a manera de reivindicar su cultura y sus intereses en el actual continente americano (o Abya Yala como era llamado en la idioma del pueblo Kuna), tiene un uso muy difundido por los medios progresistas en la actualidad.
Nombres de algunos Pueblos Originarios:
Araona, Atacama, Atacameño, Aymara, Bauré, Bésiro, Canichana, Cavineño, Cayubaba, Chácobo, Chango, Charrúa,
La primera inmigración en el continente Abya Yala comenzó probablemente antes de seis mil años por los pueblos que hoy llamamos originarios. Hasta ahora no fueron encontrados indicios de una inmigración anterior. Los primeros habitantes de una tierra o de una región son los originarios. Por otro lado; los aztecas llamaron al Continente Americano Ixachitlán que significa Lugar de Tierra Basta, y que también se relacionaba con su nación Anáhuac.
Por otro lado las palabras "indio" e "indígena" reflejan la idea equivocada de los europeos de haber encontrado en Abya Yala la costa occidental de India.

PUEBLOS INDIGENAS DE AMERICA LATINA
Son la población originaria del continente. Dada su enorme diversidad, se les suele agrupar en “familias” de pueblos, que comparten una ubicación geográfica, algunos rasgos culturales y, en ciertos casos, una lengua y una historia comunes. Éste es el caso de los pueblos andinos, mayas y caribes.
Históricamente, los pueblos indígenas de América han sido objeto de discriminación y racismo (discriminación en lengua, en condiciones laborales y salariales, discriminación sexual), situaciones que se han reflejado en matanzas, en la existencia de un trabajo servil y otras muchas formas de injusticia (sobre todo la permanencia de las condiciones de pobreza).
La definición de la lengua indígena como dialecto es un prejuicio, una forma de discriminación que considera, erróneamente, que lenguas como el quechua o el ashaninca, por dar sólo dos de los miles de ejemplos que existen, son formas de comunicarse menos complejas y menos desarrolladas que el español o el inglés o el francés: la lengua

AFRODESCENDIENTES
Los africanos fueron traídos para colaborar con las huestes de los conquistadores y para ser sus sirvientes domésticos. En los gráficos de Guaman Poma se pueden ver los abusos físicos cometidos contra ellos.
Cuando la trata de esclavos se consolidó para las plantaciones azucareras de América, empiezan a llegar al Perú contingentes de africanos para trabajar en la agricultura, especialmente en los valles de la costa. El foco de la labor servil fueron las haciendas del norte, en los valles de Saña, Jequetepeque, Chicama, Santa; en los alrededores de Arequipa y al sur de Lima, en los valles de Cañete, Pisco, Ica y Nazca. La ambición de los españoles y/o criollos avizoró que la producción agrícola, específicamente de azúcar, vino y trigo, se convertiría en una fuente de riqueza para la corona española.
La explotación de mano de obra africana, en el siglo XVI, dio lugar al Sistema de Haciendas que sentó la base de la economía colonial cuya producción era destinada al consumo local y a la exportación.
Los africanos llegados al Perú fueron adscritos a categorías e identidades ajenas según su naturaleza étnica, lingüístico-cultural y procedencia geográfica. En el primer periodo de la Conquista, los africanos llegaron al puerto del Callao -muchos murieron en el camino por las condiciones inhumanas del viaje- y fueron trasladados a pie hasta los corralones del barrio Malambo.
La mayoría de esclavos provenía de la parte central y meridional del África: Congo, Mozambique, Angola, de la parte noroccidental de Guinea y Senegal. Según Carlos Aguirre1, a los esclavos traídos directamente de África se los denominó bozales porque se pensaba que eran más aparentes para el trabajo agrícola, no estaban aculturados y se los consideraba más amenazantes y revoltosos que los criollos o nacidos en América, preferidos para las tareas domésticas y artesanales por ser más dóciles y confiables. Entre los bozales surgió una tercera categoría, la de los ladinos, los nacidos en África pero con un tiempo vivido en alguna zona de América.
La Corona española y los criollos vieron la necesidad de homogenizar a los esclavos eliminando con ello todo rastro de sus costumbres, su religiosidad y su cosmovisión africana para así mantener el orden social y opacar cualquier intento de sublevación. Por su parte la Iglesia católica intentó adoctrinarlos mediante la imposición de los sacramentos cristianos.
En el periodo de la emancipación y en la República, el sistema de la esclavitud estaba decayendo: originaba el caos, la fuga de más cimarrones, había más esclavos libertos por compra, se había introducido en el Perú además la ideología liberal que propugnaba libertad e igualdad con los independentistas. San Martín prometió la libertad a todos los esclavos que se aunaran al ejército emancipador. Esto ocasionó que muchos se enrolaran en el ejército, sin embargo el hecho fue visto por la elite criolla como un pretexto de los esclavos para huir de las haciendas autoproclamándose libres. Si bien San Martín decretó la libertad de vientres para los nacidos a partir de esa fecha, luego se retractó con otro decreto en el que indicaba que los libertos permanecerían bajo la custodia de sus amos hasta los 20 años en el caso de las mujeres y 24 en el de los hombres. Se libró una batalla entre abolicionistas y proesclavistas por el tema de la manumisión y abolición de la esclavitud. Los proesclavistas, como José María de Pando, por ejemplo, temían la ruina de la agricultura y la pérdida de sus privilegios económicos.

En 1854 se dio un enfrentamiento entre Ramón Castilla y José Rufino Echenique. Ambos compitieron por atraer la participación de los esclavos rurales o domésticos en sus propios ejércitos con la condición de otorgarles la libertad. Rufino Echenique decretó que aquel que se presentase al servicio militar por dos años como mínimo obtenía su libertad extendiéndose también a sus mujeres. Además, anunciaba una indemnización a sus propietarios. Ramón Castilla resulta victorioso de la contienda y emitió un decreto el 3 de diciembre de 1854 en el que anunciaba libertad para todos los esclavos sin condición alguna excepto a los que se enrolaron en el ejército de Rufino Echenique.

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