sábado, 10 de julio de 2010

VERDAD, JUSTICIA Y RECONCILIACION (5to SECUNDARIA)

¿Es posible iniciar la construcción de un paradigma de desarrollo humano sustentable en sociedades traumatizadas por profundas heridas y divisiones heredadas de guerras y regímenes de violencia?

La respuesta es positiva, aunque condicionada a que se alcance un nuevo pacto de convivencia para la reconciliación nacional, lo que supone, a su vez, un complejo proceso psicosocial y la puesta en vigor de disposiciones legales e institucionales dirigidas a alcanzar ese fin.
Las sociedades que han transitado por algún conflicto violento o han sufrido las consecuencias de un prolongado régimen autoritario o totalitario se enfrentan, justo al inicio de los procesos de paz y de cambios hacia la democracia, con un pesado fardo de violaciones de derechos humanos cuyas víctimas esperan justicia.
Los expedientes criminales se reactivan hoy en Argentina, Chile y Uruguay, mientras en España se desempolvan los papeles de la Guerra Civil y se derriban las estatuas del caudillo a más de tres décadas del fin de su régimen.
En Perú al parecer sigue la dirección contraria con el cierre de la posibilidad de encausar a los verdugos del terrorismo de estado, mientras se aplica la justicia sobre los grupos de actores no estatales irregulares que ejercieron el terrorismo igualmente. Derechas e izquierdas se polarizan en torno al tema, desaparecen testigos de cargo en circunstancias misteriosas y se retoma el lenguaje amenazador de la violencia.
Hay incluso dificultades culturales. En la cultura hispana hay una forma de codificar el honor que no admite perdones ni reconciliaciones. El honor –codificado en clave machista- ha de ser lavado con el sufrimiento y la sangre de aquellos que intentaron ultrajarlo. Implicados en esa lógica perversa del honor están implícitos otros mensajes, como aquel de que dialogar, negociar, perdonar y reconciliarse con el adversario son imperdonables amaneramientos equivalentes a la capitulación y la traición. La influencia del principio de "ojo por ojo y diente por diente" no es exclusiva de otras culturas, latitudes y religiones, sino que permea también hasta el presente la cultura hispana y latina, e incluso buena parte de la sajona. La lapidaria frase de Gandhi cuando aseguraba que si cobramos ojo por ojo pronto todos quedaríamos ciegos, no ha sido todavía asimilada.
Todo parece indicar que el reclamo de verdad y justicia puede ser pospuesto pero no abandonado. La marea de demandas de paz puede sobrepasarlo en un momento dado, pero siempre retorna, como resaca inevitable, para recordarnos que hay cosas que no pueden borrarse de la memoria y hay daños que reclaman ser reparados.
Las reconciliaciones no se decretan. Es La sociedad quien debe facilitarlas de diversas maneras Aunque perdonar es potestad de las víctimas. El perdón no puede decretarse como las amnistías. Perdón y absolución legal no son equivalentes. Del mismo modo que amnistía no significa amnesia.
Todo intento de imponer la reconciliación cuando no han existido procesos concomitantes de verdad, memoria y justicia termina en el fracaso.
La reconciliación nunca puede fundarse sobre la base de la impunidad y el olvido. Ese camino puede conducir al reinicio del conflicto que se creía superado. Pero la reconciliación es tan necesaria como lo son la verdad, la memoria sobre lo ocurrido -para aprender las lecciones que de ello se derivan- y el ejercicio de múltiples fórmulas de justicia en favor de las víctimas. Conocer la verdad puede resultar perjudicial si luego se abandonan los procesos de justicia y reconciliación. En esos casos, limitarse a develar la verdad puede servir para atizar el rencor y el deseo de venganza de aquellos que esperaron justicia inútilmente.
Las sociedades que han pasado por procesos traumáticos como los mencionados requieren sanar sus heridas y aprender de su pasado, para no repetir los mismos errores en el futuro. Eso no es posible sin establecer con la mayor objetividad posible lo que realmente sucedió y sin comprender –que no significa aprobar- los motivos que llevaron a cada persona e institución a actuar del modo en que lo hicieron. Dejar pasar el tiempo puede ser útil en ciertas circunstancias para calmar los ánimos, pero no para cicatrizar heridas. A mediano o largo plazo el reclamo de verdad y justicia vuelve a tomar el centro de las discusiones y, en ocasiones, podría hacerlo retornando a la violencia.
Al parecer, la reconciliación puede ser un ardid, una quimera y una posibilidad real según el modo en que se aborde. Fue invocada como ardid por quienes deliberadamente quisieron proteger a cómplices y verdugos de toda incriminación e impusieron leyes de Punto Final, basados en una interpretación de la obediencia debida dentro de los cuerpos militares que fuera abandonada desde los juicios celebrados en Nuremberg contra los criminales de guerra nazis, sus jueces y otros acólitos de aquel régimen de horror. La consideran una quimera aquellos que han visto arraigarse su rencor como respuesta a la insensibilidad oficial frente a sus reclamos de verdad y justicia. La reconciliación, sin embargo, es viable cuando se le aborda con realismo, acompañada de procesos complementarios de verdad y justicia.
Un conjunto de mitos y falsas definiciones han contribuido a enturbiar el entendimiento acerca del significado y alcance de la reconciliación, por lo que se hace necesario puntualizar algunas clarificaciones sobre el tema:
1. La reconciliación no puede ser el primer proceso que se convoque, ni puede ser decretada. Las víctimas esperan que se les haga justicia y esta puede tomar diversas formas: sancionar a los culpables, compensar a las víctimas, reconocer socialmente lo ocurrido y el dolor que les fue causado.
2. Amnistía no es amnesia. La verdad casi nunca es unívoca, pero los hechos sí lo son. Los distintos protagonistas poseen diferentes verdades sobre las cuales intentan explicar su actuación. Los hechos son unívocos, aunque su reconstrucción requiera de la revisión seria y sosegada de las versiones diferentes que existan sobre ellos. La reconstrucción más exacta posible de los hechos es la esencia del proceso de búsqueda de la verdad.
3. Empatía no es simpatía. La reconciliación no exige la amistad con los antiguos verdugos. Lo que demanda un proceso de reconciliación es la comprensión del contexto donde todos actuaron –de uno y otro lado- y de los métodos inaceptables que ambos pudieran haber empleado para alcanzar sus objetivos, por legítimos que fuesen algunos de ellos.
4. Para recibir perdón hay que pedirlo de manera clara y sincera a las víctimas, las únicas que pueden extenderlo. La amnistía legal es la exoneración por parte del poder judicial de la sanción debida por los crímenes cometidos. Las amnistías no representan un reconocimiento de que la persona era inocente, sino constituyen un acto de clemencia por razones de estado ante un culpable a quien se libera de tener que cumplir la sanción merecida.
El perdón que puede llegar a extender una víctima tampoco supone concederle al verdugo un reconocimiento de inocencia, sino la decisión de la víctima de hacer dejación de sus legítimos reclamos de justicia punitiva contra aquel en el futuro. El estado tiene la prerrogativa de amnistiar cancelando las
5. La solicitud de perdón de parte del victimario supone la inclusión de ciertos elementos, sin los cuales tal reclamo es apenas un cínico ardid para evitar las consecuencias de sus actos pasados en las nuevas circunstancias. Una solicitud de perdón formulada ante aquellos que han sufrido en el pasado a manos de la persona, institución o gobierno que ahora se la reclama supone, como mínimo, cuatro elementos:
  • El claro reconocimiento de que se causó un mal y de la magnitud del sufrimiento
  • Resultar convincente acerca del arrepentimiento por el daño provocado.
  • La clara disposición individual a remediar o a compensar de algún modo a sus víctimas.
  • Una explicación –no una justificación- de las razones que cree lo indujeron a actuar de manera tan ignominiosa y aborrecible.

EL DEBER DE LA VERDAD, DE LA JUSTICIA Y DEL AMOR AL OTRO
"El deber de la verdad, de la justicia y del amor al otro". este es un enfoque global de cada tema pero a la vez, aplicable de forma fácil a la vida personal de cada uno.
La verdad, la justicia y el amoral otro son tres ingredientes que no deben faltar en nuestras vidas, ya que cuando alguno de esos elementos faltan en una persona, ésta se convierte en un ser infeliz y a la vez perturba la vida de otros.

REFLEXIONES EN BASE AL TEMA
EL DEBER DE LA VERDAD, DE LA JUSTICIA Y DEL AMOR AL OTRO

La verdad, la justicia y el amor a los demás no son simplemente una alternativa o una opción más que se nos presenta, sino que por el contrario, tal como lo dice el tema, SON UN DEBER.
Como seres humanos somos seres sociales. El desarrollo pleno de nuestra personalidad puede darse solamente en sociedad. Pero si queremos tener una convivencia social placentera, llena de armonía y de paz, necesitamos ser responsables en el cumplimiento de nuestros deberes y tratar a los demás tal como queremos que los demás nos traten a nosotros. Tres factores indispensables para una convivencia social agradable son la verdad, la justicia y el amor.

PENSAR LA VERDAD, OBRAR LA VERDAD Y DECIR LA VERDAD

Es definitivamente una obligación moral y algo que debe captar toda nuestra atención y respeto.
a) Pensar la verdad. Es nuestra responsabilidad buscar la verdad y evitar todo tipo de engaño. Es una misión fundamental para esto necesitamos ser veraces y sinceros con nosotros mismos.
b) Obrar la verdad: Obrar la verdad implica cumplir lo prometido y ser fiel a la palabra dada.
c) Decir la verdad. la veracidad es una obligación ética que todos tenemos hacia las demás personas.

DEFINICIÓN DE JUSTICIA

Justicia es "la voluntad constante y permanente de dar a cada uno lo suyo", según Ulpiano, que fue un romano que vivió en el siglo segundo. Dar a cada uno lo suyo significa darle a cada uno aquello a lo que tiene derecho.
Existen ciertas condiciones para que algo sea objeto de justicia. Dos condiciones son las que deben entrar para que haya deber de justicia:
1. Algo exigible: "Tú me debes".
2. Algo determinable: "Me debes tal cosa a la cual yo tengo derecho". .

EL DEBER DEL AMOR: RELACIÓN ENTRE JUSTICIA Y AMOR

El amor tiene una especial relación con la justicia, pues la perfecciona. Si no amamos sinceramente, no atendemos a los derechos del prójimo y por tanto no practicamos la justicia.
¿Amar es sólo una opción o también un deber? Para responder a esto, tomemos consideración de los siguientes aspectos:
1) El amor no es exigible (excepto en el contrato matrimonial).
2) Aunque el amor no es exigible, tampoco es simplemente opcional o facultativo, sino que es un deber, tal como en la Biblia se nos dice "ama a tu prójimo como a ti mismo".
3) No siempre es posible diferenciar a cabalidad ente el amor y la justicia.
4) Nunca la justicia cubrirá las exigencias ni todo el campo del amor, pues el amor puede llegar al heroísmo y aun al sacrificio de sí mismo o a entregar la vida por amor a otro, lo cual no lo contempla la justicia.
5) El amor nos permite conocer más clara y adecuadamente los derechos del prójimo, por lo cual afirmamos que sin amor, la justicia permanece fría y no progresa.

CONCLUSIÓN

Hemos encontrado muchas conclusiones respecto a todo lo mencionado en las páginas anteriores, pero daremos a conocer acá las conclusiones básicas a las que se puede llegar luego de este trabajo.
En cuanto a la verdad, hemos aprendido que su importancia es muy grande para el buen desarrollo social y comunitario, siendo la verdad una obligación que todos tenemos para con los demás y para con nosotros mismos.
La justicia es también un pilar para la buena convivencia social, pues mediante el respeto de los derechos de los demás y el cumplimiento de nuestros deberes y obligaciones, tendremos mayor tranquilidad y nos sentiremos satisfechos al sentir que se nos está respetando y también porque estaremos respetando a las demás personas.
El amor es también algo que no puede faltar para que verdaderamente exista una buena convivencia social. La justicia sin amor no estaría completa, y el amor nos lleva a decir la verdad a nuestros semejantes, de manera que con el amor llegamos a aplicar correctamente tanto la verdad como la justicia.
También hemos aprendido del enorme valor e importancia que tiene el respeto y aplicación de los derechos humanos en todos los países del mundo, pues a través de ello habrá mayor igualdad y justicia para todos y tendremos un mundo mejor donde haya mayor paz y tranquilidad para todos.